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Hernán Dompé 



Argentina

Nació en Buenos Aires en 1946. Se graduó en la Escuela nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón.

Desde 1963, ha participado en más de 130 muestras colectivas y simposios, entre los que destacan el Coloquio Internacional de escultura 2006, en el museo de las artes, Universidad de Guadalajara, México; Artist’s Presentation No.2, en Diane Lowenstein Fine Artes, Miami, en 2000; la “Primera Bienal do MERCOSUR, esculturas em espaços publicos”, en Porto Alegre, Brasil, 1997.

 

Además de ser parte de colecciones privadas en diversos países, su obra se encuentra en acervoz como los del Museo Nacional de Arte, museo de arte contemporáneo y Museo Sívori, de Buenos Aires, Argentina; The Bronx Museum of the Arts, de Nueva York, Estados Unidos; Museo de arte contemporáneo de Skopje, Macedonia. 

 

Actualmente, vive y trabaja en Capilla del monte, Córdoba Argentina.

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EXPOSICIONES (Selección):

2007 Pan American Art Projects, Miami, Estados Unidos.

2003 “Los guerreros del agua regia”, Daniel Maman Fine Arts, Buenos Aires, Argentina.

2002 “Hernán Dompé”, Diana Lowenstein Fine Arts, Miami, E.U.

1997 “Hernán Dompé”, Yaco García Arte Contemporáneo, Panamá.

1996 “Una luz en el cerro”, Galería Der Brücke, Buenos Aires.

1995 “Hernán Dompé”, Museo Nacional de Bellas Artes, Buenos Aires, Argentina.

1993 “Hernán Dompé”, Galería Expresiones Arte Latinoamericano. Guayaquil, Ecuador.

PREMIOS (Selección):

2002 Premio “Leonardo 2002 al Artista del Año”, Museo Nacional de Bellas Artes, Buenos                 Aires, Argentina.

2000 Gran Premio de Honor Escultura, Salón Nacional de Artes Plásticas, Palais de Grace,             Buenos Aires, Argentina.

1999 Gran Premio de adquisición “Jorge Luis Borges”, Gran Concurso Internacional Jorge               Luis Borge, su vida y su obra.

1992 Premio Konex de Platino, dentro de “Las mejores veinte figuras de la última década en           las artes visuales argentinas”.

1990 Primer premio de 10 Concorso Internazionale Sculture Legno. Cortina D´Ampezzo,                 Italia.

1983 Primer premio de Escultura, Salón Municipal de Artes Plásticas Manuel Belgrano,                   Museo Eduardo Sívori, Buenos Aires, Argentina.

ENTREVISTA

Este escultor ‘’guerrero’’ me paso a recoger ala hotel de la ciudad de Córdoba, un domingo por la mañana. Enfilamos hacia las sierras, como si estuviéramos corriendo la última etapa de un rally, por que maneja como si realmente supiera hacerlo. Después de ciento diez kilómetros de curvas y mas curvas, llegamos a Capilla del  Monte, una población enclavada en la ladera del Cerro Uritorco. 

 

Ahí tiene su casa- taller este hombre con tantas heridas de guerra, que si en Argentina existieran las condecoraciones a escultores, tendría el pecho llena de ellas.Nos reciben cinco perros al abrir el portón, La casa, construida en 1923, es una reliquia de la arquitectura de principios de siglo pasado y todo el predio del entorno está repleto de esculturas en piedra, acero y madera. A veces confundo el pasto, seco por el invierno, con el mar. Sus esculturas que semejan barcos —maravillosas— y con verlas al viento a lo ‘’Flash Gordon’’, ocupan el espacio que se merecen en ese puerto de la vida, donde esperan, ancladas, la brisa necesaria para navegar hacia las mansiones de los coleccionistas.Este descendiente de piamonteses peca de humilde. Es un grande de verdad. Lo digo yo, que alguna vez fui también argentino. 

 

¿Cómo empezó todo  esto, Dompé, todo este contacto con el acero, la madera, la piedra?¿De dónde viene este ejercicio de la manualidad avasallan de la que dispones? 

La cosa empieza de muy niño, yo hasta creo que empieza desde mucho antes que naciera, porque vengo de una familia que, de ambos lados, de la rama materna y paterna, está plagada de gente que ha trabajado con sus manos: zapateros, panaderos, herreros, arquitectos, carpinteros… o sea que las tareas manuales —a pesar de que no he visto a mis mayores realizándolas— pienso que las tengo genéticamente. Tuve suerte, también, de nacer en un barrio muy pobre de la ciudad de Buenos Aires —Villa Crespo— que recibió un gran caudal de inmigrantes de post guerra y estaba lleno de ‘’conventillos’’(casa de inquilinato donde viven varias familias) y bueno, en mi casa, donde vivíamos tres familias, en el fondo, mi tío abuelo tenía un taller de herrería y era mi lugar natural de juegos.Cuando era niño, era en ese taller de mi tío donde todo el día se escuchaba el ruido de la fragua, el mazo y todos los demás sonidos inherentes al trabajo con el hierro. 

 

¿También vos te fabricabas tus propios juguetes?

Sí.Bueno, casi todos los escultores que yo conocí en mi vida, que son muchos, se han fabricado sus juguetes. 

 

Como punto de referencia primigenia: ¿Cuál consideras que fue ti primera pieza?¿La conservas?

No recuerdo si es la primera, pero intenté reproducir la esfinge de Egipto en un pan de jabón y de ojos le coloqué unos balines de plomo de un rifle a aire comprimido. 

 

¿De un Maheli o un Churrinche?

¡ Ja,ja, ja…! De un Churrinche que aún conservo en el taller. 

 

¿En qué año fue eso, Dompé?

Y,yo tenía cinco años, fue en el año 1951.Y bueno, no me fue ajeno todo el tema de las manualidades, lo que mas me interesaba, era realizar cosas en tres dimensiones.Me gustaba dibujar, pero me resultaba más placentero armar cosas, contrui.Luego vienen los años nefastos de escolaridad, tanto de la primaria como de la secundaria porque, en realidad, yo nunca supe para qué iba a la escuela.En lo único que podía sobresalir un poco era en dibujo, para todo lo demás era un desastre(ríe9).

 

¿Y en música, supongo?

No, ni siquiera en esa.Bueno, fueron momentos de desesperación, donde no avanzaba nada, pero tuve la suerte de que una tía me avisara que había un examen de ingreso para la Escuela de Bellas Artes.Para serte sincero, no tenía ni idea de que existía, y como tabla de salvación para que mi viejo no me rompiera la cabeza a trompadas, entonces me fui y me anoté.Di el examen y lo aprobé. Eso cambió mi vida, por que fui un estudiante brillante.Obtuve las medallas de oro en todos los ciclos y nunca falté a la escuela. 

 

¿Fue cuando te encontraste con la escultura?

En esa época vislumbré que yo tenía un destino distinto, porque podría haber sido un delincuentes juvenil, pero vislumbré algo y como soy un tipo muy disciplinado, le dediqué horas de estudio y de taller y cada vez me fui apasionando más con todo. Por supuesto, yo no creo que haya un solo momento donde uno se encuentra, la vida te va poniendo cosas, seguís descubriendo tu potencial o conexiones con determinados hechos artísticos o lo que sea, y que uno tuvo la suerte de visitar.En el año 1980, ejercía como profesor de la Escuela de Bellas Artes y tenía una actuación como escultor.Había ganado unos cuantos premios importantes y en ese año viajé por Perú y por México. Ese hecho me hace que consolide una imagen que la estaba como presintiendo, pero no sabía exactamente cómo resolverlo y bueno, ante determinados hechos artísticos, culturales, antropológicos a los que tuve la suerte de visitar y asistir, me fueron dando una especie de claridad en la imagen que yo pretendía ver. A eso hay que sumarle otro viaje, por que uno sigue aprendiendo, la vida transcurre y las cosas suceden y hay hechos importantes.En el año 1982 gané una beca de la Exxon y viví un año en Nueva York. Allí encontré cosas increíbles y se me abrió la cabeza con respecto a la escala. 

 

¿Tuviste algún tipo de referencia, a alguien que vos admirabas?

Sí, y lo descubrí tarde.Fue Brancussi. Para mí fue uno de los genios, ese rumano que se fue caminando hasta París porque tenía una llama que le estaba quemando adentro. Lo respeto por que nunca se apartó de su aldea. 

 

¿Cómo se llama ese perro que está roncando sobre el sofá? 

¡Ja, ja, ja!, esa se llama Kona.

 

¿Y los otros?

Pampa,Moro Tino y León. 

 

¿Y de dónde viene esta relación que tenéis con el mundo canino?

Toda mi vida tuve perros. 

 

Tu tío, el herrero, ¿tenía perros en el conventillo de Villa Crespo?

En ese momento había muerto un perro que se llama Sifón y en el conventillo se llenó de gatos, pero mi tío se encargó de cazarlos despiadadamente. (ríe)

 

Tu primera exposición formal, ¿cuándo fue? 

En el año 1961 participé en mi primera colectiva, aún era estudiante. Fue en el Salón de Otoño de San Fernando y en el Salón de la Casa América.

 

¿Te acordás qué piezas presentaste?

Sí, totalmente. Presenté una talla en madera que tenía alguna cierta relación con la Pietá Rondanini; obviamente, yo empiezo con la figuración y creo que es común en casi todo los escultores, teniendo en cuenta, además la Escuela de Bellas Artes. O sea, tengo tengo una formación muy académica, donde la figura humana es muy importantes y la base de todas las cosas.En esa época, cuando yo estaba en esa escuela, el Instituto Di Tella empieza a tener un auge fundamental y la elite cultural empieza a girar en su entorno. Cuando le visitaba en compañía de otros estudiantes y luego comentábamos lo que habíamos visto con los profesores, nos prohibían. Nos decían que a ese lugar no se debía ir porque se desvirtuaba el arte, ¡imagináte! 

 

¿Tenés alguna herida de guerra visibles?

¡Huuuuuy…!, sí, por supuesto. Me corté un pie con la motosierra, me volé casi un dedo con un disco de cadena, quemaduras, fragmentos de discos incrustados.Te puedo decir que mis vértebras todas me duelen (ríe a carcajadas),los hombros ,los tendones, todas las articulaciones de los brazos, de las manos, todas me duelen (ríe).Estoy por cumplir sesenta y un años el 24 de julio. 

 

¿Tenés hijos?

Tengo un hijo que se llama Pablo y tuve una hija que falleció hace ocho años que se llamaba María Mora, mayor que Pablo.  

 

¿Tu hijo agarró tu posta?

Mi hijo es fundamentalmente un artista que empezó desde muy niño a trabajar como escultor - —su madre es pintora—; después lo dejo por la música, pero desde hace unos años retornó a la escultura.Mi hija María Mora también fue artista, era una gran dibujante. 

 

¿Te servís del dibujo o todo va directo Dompé?

No, yo dibujo bastante y lo hago con tinta, con tinta china y plumón. Me sirvo del dibujo, tengo cuadernos que llenando y capturo ideas, cosas que se me ocurren y de las cuales luego me sirvo. 

 

Esta tendencia que tenés por hacer barcos con velas a lo ‘‘Flash Gordon’’, ¿ de dónde viene?

Yo creo que viene de varias vertientes.Una, como vos decís, de ‘‘Flash Gordon’’ en mi época…

 

Bueno, pero no te tomes en serio mi comentario…

No, me encanta tu percepción porque también yo soy un poco mayor.Somos una generación que se formó con la historieta —ahora le llaman ‘’cómics’’ a lo que era la historieta —bueno, eso a mí y a mucha gente que conozco de mi generación nos embargó de un montón de situaciones creativas y de un gran desarrollo de la imaginación. 

 

¿Te consideras un ‘‘Llanero Solitario’’?

No, más bien Sandokán (ríe).

Bueno, eso por un lado. Después el tema de los barcos, de las naves, que tiene un momento generador y viene de los años setenta, cuando me pagan un trabajo que hice con una pequeña barca egipcia. Era una Barca funeraria.Me pagan con ella y luego, cinco años después, la vendo por razones económicas. Siempre la extrañé mucho, era una belleza. Un día, fortuitamente, aparece un barco en mi taller y yo lo completo con una serie de armas que estaba haciendo, a las que integro al mismo como si fueran la tripulación.Bueno, a partir de ese día no le extrañé más porque me empecé a hacer  mis propios barcos. Fue en el año 1984.

 

¿Tiene que ver con tu  espíritu de velas al viento, de libertad? 

Yo creo que tiene que ver con algo que yo empiezo a sentir cuando hago los barcos, que tiene que ver con los viajes, pero como una cosa más simbólica, digamos, como el primer viaje, como el transcurrir de un viaje.Armo historietas, pongo los personajes o los objetos que voy colocando, empiezo a armar historietas de guerra o de situaciones de conquista o de desastres o le pongo un rayo que le cae sobre la cubierta, le pongo tormentas… y ese tipo de situaciones y, realmente, la paso muy bien (ríe). 

 

¿Qué te parece ese gesto de la Fundación Villacero, el de invitarte a una exposición donde se aglutinan 50 artistas de veintisiete países?

En principio, tengo que referirme a nuestros amigos comunes que son viejos amigos míos a los que considero hermanos, y que sé que son gente que no me va a traicionar en el sentido de enviarme a una persona a la que me dicen que debo conocer (ríe).Además, creo que te están dando crédito a vos, te están presentando, porque ellos, son muy importantes en mi vida y si me dicen: ‘’Mirá, Dompé, tenés que conocer a Mac’’, bueno, yo les hago caso y respeto esas cosas como un mandato. Ahora, dentro del otro contexto, de la exposición ‘’per se ’’, me parece una idea excelente que debiera haber estado funcionando desde hace mucho tiempo, por que son ideas geniales.Realmente el escultor, la profesión de escultor, es una de las más solitarias, los materiales, con los costos y creo que en arte somos los más desprotegidos.Que alguien enarbole la bandera de la escultura en acero y haga de esto una situación que va haciendo que la gente conozca artistas de otras latitudes, que se conozcan entre sí y presentar exposiciones colectivas de países distintos, me parece genial. 

 

¿Cuál es la herramienta con la que más amistad tenés?

De las manuales, la masa. Me encanta, me encanta golpear.De las mecánicas, la amoladora. No podría vivir sin la amoldara, creo que tengo ocho.

 

¿De qué se trata esta historia tuya de la pesca, de los dorados magníficos que sacas y de esa manía de fabricar tus propias moscas y de esos récords nacionales que has obtenido?

Eso también viene desde muy niño y de la mano de mi tío herrero.Se apellidaba Manara. Ya de cuatro años iba con mi tío a pescar al Río de la Plata. Luego, en mis viaje de mochilero por el Sur, siempre llevaba una caña de pescar. A los 18 años empecé a pescar con mosca y bien sabes, Mac, que el tipo que pesca con mosca empieza a ‘’atar'’ sus propias moscas, a hacerlas.Eso se convirtió en otra pasión y además se convirtió en un hobby y en una terapia en mis horas sombrías cuando falleció mi hija.

 

Muchas gracias por tu tiempo, Dompé, y por habernos abierto tu casa en este hermoso día de inviernos, aquí en Capilla del Monte. Sobre todo, que hayas compartido esta pasta italiana del domingo conmigo, en el día del cumpleaños de tu esposa Patricia. 

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